12 de septiembre: El Dulce Nombre de María

Palabras Dios no encontraba
y enamorarla quería
simplemente la miraba
y con amor le decía:
“Dulce es tu nombre, María”

“Te amé más que a ninguna otra
pues eres mi hija más bella
eres tú la más hermosa
eres luz como una estrella
más que todas juntas ellas”.

Cuando amaneció el Amado
en su vientre virginal
jamás yo hubiese pensado
que Dios a una niña tal
diría pronto “mamá”.

“Era bello mi palacio
pero aún yo no sabía
que más bellos son tus brazos,
tus miradas, tus caricias
tu dulce nombre María”

Y al que es de los tres Amor
lo cautivó con el alma
él de ella se enamoró
de tierna esclava y amada
y ella en él se transformaba.

“Es mi mayor alegría
el gozo de tu sonrisa
pues al verte yo sentía
que el más puro amor me unía
a tu dulzura, María”.

Eres tú la más amante
porque con tu gran dulzura
hiciste de ti semblante
de la divina hermosura
flor y fruto de ternura.

Y ahora déjame ofrecerte
mis versos y mi alegría
por poder amarte y verte
y déjame que te diga:
Dulce es tu nombre María.

Comunidades Pastorales

El Consejo Pastoral convoca a las Comunidades Pastorales de cada sector de la parroquia, según el siguiente calendario:

Viernes 17 de agosto a las 20:
San Ignacio de Loyola (Pueyrredón)

Miércoles 22 de agosto a las 20:
Nuestra Señora del Valle (Malvinas Argentinas)

Viernes 24 de agosto a las 18:30:
San José del Camino (Yofre I)

Lunes 27 de agosto a las 20:
Nuestra Señora de Fátima (Palmar)

Martes 28 de agosto a las 18:30:
Santa Rita de Cascia (Yofre Sud)

¡La gente no se compromete!

-La gente ya no se compromete más. Así no se puede hacer nada -dijo la Eulogia, mientras arrancaba un pedacito de pan casero pegado en la bombilla.
-Sí, es verdad -coincidió la Amanda. Y recibiendo el mate en una mano y manoteando un pastelito con la otra se entusiasmó y agregó con la boca llena:
-Siempre somos las mismas; para los aplausos están todas, pero después, para trabajar somos siempre las mismas. ¡Yo ya me cansé!
En eso volvía del baño la “chueca” López y se prendió de la conversación que no habían cortado desde hacía rato. Y, como queriendo apagar el fuego con nafta, arremetió: -En mi cuadra, antes, éramos un montón las que colaborábamos y veníamos y estábamos para las oraciones y las procesiones. Hoy ya nadie se quiere comprometer porque dicen que no tienen tiempo.

Se hizo un silencio largo y, para componer el ambiente incómodo, se despachó diciendo:
-Y yo no sé qué hacen, que tan ocupadas están. Antes criábamos a los hijos, sin lavarropas ni pañales descartables ni nada de eso y no sé cómo hacíamos con todo. Ahora tienen menos hijos y menos tiempo también.
-Eso sí -insistió la Amanda poniéndose de pie- van a hacer la gimnasia “pilatos”, que yo no sé cómo la Iglesia no la prohíbe. O si no, se la pasan escribiendo cosas y mandando mensajes por el celular... ¡qué tantas cosas tienen para decirse!

Ya se habían hecho las cuatro de la tarde y la gente no venía. Esa tarde empezaba la novena de la Virgen y los avisos decían que a las tres y media empezaba el rezo del rosario. Pero estaban sólo ellas tres: la Eulogia, la Amanda y la “chueca” López. Y, para empeorar la soledad, estaban enojadas porque nadie se había comprometido con la Virgen.
Mientras guardaban todo como para irse a sus casas y presentar luego sus quejas al párroco que se le ocurría cada tanto algo nuevo que no funcionaba, entra por la puerta del fondo la “gata” Ramírez. ¡La cara de las tres mujeres! Era un Botero salpicado de Dalí.
Si bien, contentísimas porque alguien había respondido a la invitación, el rostro desencajado no podían disimularlo de ninguna manera. Hubiesen esperado a cualquiera para esa tarde, ¡pero justo la “gata” Ramírez tuvo que ser la que vio luz y entró!
Ahí nomás abrieron las carteras y sacaron rosarios y libros de oraciones e hicieron como que hacía rato estaban dándole vueltas a las avemarías.
-Sí, ya vamos por el segundo rosario, “gata”. Vení, pasá. Sabíamos que vendrías.

-Santamaríamadrededios…
-Diostesalvemaría…
-Santamaríamadrededios…
Y así sucesivamente.

-Lo lindo de todo esto es que al ser poquitas, podemos hablar de nuestras cosas, ¿nocierto, chicas?
-Claro, si siempre nos gusta venir acá. El padre está muuuuy contento con nosotras tres.
La “gata” Ramírez no entendía nada, pero tenía ganas de compartir. No era una mujer joven, pero todavía no caía en la categoría de “tercera edad”. Estaba justo al medio, donde los chicos ya le dicen “abuela” y los más ancianos le envidian la jovialidad. Su mayor problema era, como todos siempre supieron, su pasado. Lo de “gata” le venía por sus ojos enormes. El tema era su apellido, porque Ramírez era su madre. Esa era la cuestión.
Pero había más: sus tres hijos también eran Ramírez de apellido.
Cada vez que se hacía un silencio entre misterio y misterio la “gata”, suponiendo que ya se había terminado el rezo, se ponía a contar que al nene más chico le habían salido unas manchitas en las manos y que el médico no sabía bien de qué se trataban. Pero ahí nomás, encaraban con que “en el próximo misterio de la luz contemplamos...” y la “gata” se daba cuenta que se tenía que callar y seguir rezando.

-Santamaríamadrededios…
-Diostesalvemaría…
-Santamaríamadrededios…
Y así se pasó la tarde.

No quedaron avemarías por rezar ni pastelitos por comer. Se acabó el agua del termo y se lavó la yerba.
-Menos mal que no se largó la tormenta. Me traje el paraguas por si las moscas... -dijo en tono de fiesta la “chueca”. Pero me voy yendo porque si no, mi marido va a decir que me quedé por ahí.
Armó la cartera, la bolsita con la yerba usada y empezó a repartir besos.
-Esperame, “chueca”. Tengo que ir con vos porque tu hijo me tiene que dar las recetas para mi nuera. Pobrecita, está mejor, pero la vida que le está dando a mi hijo... Poné aca -dijo abriendo la canasta de mimbre gastado -así no andás con peso de más.
-Bueno, yo también te voy a tener que dejar, “gatita”. ¡Ay, la hora que se hizo! Una se entusiasma tanto haciendo oración que no se da cuenta de lo tarde que es. Te dejo un besito para tu nene. Ojalá se cure prontito. Y le dejó un beso en cada mejilla.

La “gata” Ramírez quedó sola.
Otra vez se quedó sola.
Encaró despacito para el altar y se paró delante de la bonita imagen de la Virgen de su iglesia. Era la misma que la de su pueblo. Y sólo eso le traía a borbotones los recuerdos. Y las ganas de desandar la historia.
Ella no sabía rezar el rosario. Gracias a Dios, las mujeres no se habían dado cuenta. Se acordó que, en su pueblo, siempre que algo le sucedía, primero pasaba por su virgencita y le contaba la historia, sin importar si había sido buena o dolorosa.
Apoyada en la memoria se sentó y empezó a hablar.
-Virgencita linda, te doy las gracias porque hoy pude llegar hasta acá. Quería que supieras que al Nene no le encuentran nada y yo tengo un poco de miedo porque en las manitos le salen cada vez más manchas. Pasale tus manos por las suyas y cuidámelo. Ahora mismo me voy a hacer una escapada por el dispensario, a ver si tienen alguna pomadita. Al Negro le va bien en la escuela. Gracias por cuidármelo siempre. Salió de escolta de la bandera otra vez. Yo no pude ir porque a esa hora trabajo y no me dan el día. Igual, vi las fotos y estaba hermoso... como la mamá -y soltó la carcajada.

Se quedó un rato callada, mirando la carita de su virgencita y agarró fuerza para contar lo más jodido.
-Al Gringo no sé ya qué hacerle. Le hablo, lo espero hasta la madrugada a veces, le pregunto... pero nada. Yo sé que también es culpa mía. Es el más grande y yo no tenía idea de lo que era un hijo en ese tiempo. Pero ahora me doy cuenta. Yo cambié, virgencita, y vos lo estás sabiendo desde el primer día. Sacámelo de ahí por donde él anda. A veces siento que es mejor que lo agarren y lo paren de una buena vez, porque yo no puedo hacerlo. Pero me hace mal sentir estas cosas. Hay veces que pasan semanas enteras que no me cuenta nada y, vos sabés, las madres adivinamos cuando algo no anda bien. Pero se me hizo difícil entrarle al corazón. Yo creo que cuando él era chiquito, fui yo la que no le dejé entrar en mi corazón. Ya te pedí perdón por eso, pero hoy otra vez te lo vuelvo a pedir. Para cuando me quedé embarazada del Gringo, la Juana me había dicho que me lo sacara. Yo no la escuché y me decidí a ser madre sola. Igual que vos al principio, según escuché en la radio la otra mañana. Por favor, virgencita: cuidámelo.
La “gata” no lloraba. Estaba hecha a todo y siempre que ponía sus ojos en los de la Virgen hablaban de lo mismo: los hijos. Los hijos de ambas.

Hizo silencio y arrancó de nuevo, como desafiándo sus propias fuerzas con sus palabras.
-Quiero comprometerme con sus cosas como vos estás comprometida con las cosas de tu Hijo.

Y en ese momento, sintió que algo le brotaba desde adentro. Una vocecita, un poco vieja y un poco nueva, le susurraba algo. Ella ya la tenía identificada a esa voz, pero siempre que se le imponía le resultaba novedosa. Más que voz, era una experiencia que la hacía sentir madre nuevamente.
Vio como que, en su panza, cada uno de sus hijos eran envueltos en un manto de luz azul. Y, desde el centro del vientre de la virgencita, un chiquito, moreno como ellas, le tiraba los bracitos a la “gata”.
-Agarralo, llevátelo hasta tu pecho. Es tuyo. Cuidámelo, como yo cuido los tres tuyos.
Se habían compartido lo más sagrado de ambas.

Habían pasado ya tres meses y, como tocaba otra novena de otra Virgen, estaban reunidas la Eulogia, la Amanda y la “chueca” López.
-Ya la gente no se compromete más con la Iglesia -introdujo la Eulogia, para no perder la costumbre.
La “chueca”, siempre intentando apagar el fuego con nafta, detalló:
-Vos viste que las que te dicen que no empecemos hasta que no lleguen ellas, nunca vienen. ¡Hasta qué hora quieren que las esperemos! ¡Si no se van a comprometer, mejor que no vengan! -y se masticó la última tortita negra que quedaba.
En eso entró... sí, la “gata” Ramírez, la bolsita del pan en una mano y una cajita de remedios en la otra.

-Santamaríamadrededios…
-Diostesalvemaría…
-Santamaríamadrededios…

La Amanda, como le había sugerido la hermanita, hizo intenciones entre misterio y misterio. Cuando llegaron al tercero, pidió bajito:
-Por la gente que no se compromete.
-Te lo pedimos, Señor -dijeron al unísono.
Y la “gata”, sin darse cuenta que su voz era como un petardo, también dijo bajito:
-Gracias, Jesús, por las mujeres que comparten sus cosas más sagradas.
Ellas, creídas que se estaba refriendo al mate y a las facturas, dijeron como transportadas:
-¡Gracias, Señor!

Pero la “gata” pensó en otras cosas.
Y en otra mujer.

P. Luis

Fiestas Patronales

28 de julio a las 16:30:
Celebración de la Eucaristía en el templo parroquial, con la participación de todas la comunidades.


29 de julio desde las 13:
Peña Folklórica - Familiar y Solidaria


31 de julio a las 20: san Ignacio de Loyola
Misa para los enfermos.


1 al 4 de agosto a las 18:
Eucaristía por las necesidades de nuestro barrio.


5 de agosto a las 19:30: Aniv. padre Bruno Lanteri.
Eucaristía con todos los agentes de pastoral de la parroquia.


Credo del Sur

Creo en Dios, que es un Padre, el Padre,

de quien proviene y en quien se sostiene toda vida;

capaz de amar hasta el punto de lograr que nuestros corazones lo amen en libertad.

Y creo en su obra, el cielo y la tierra;

el cielo de ésta y de todas las noches

y la tierra a la que amablemente bautizamos con el nombre de “patria”.

Creo en Dios, que es Madre también,

el vientre primordial y eterno, la vida primera y fontal,

en donde abreva toda ternura y calidez.

Creo en Jesús, el Señor que debe venir.

Que desde el pesebre de Belén ilumina la noche de la humanidad.

Y reconvierte en luminarias

a todos los que decidieron cobijarlo y aceptarlo como Niño.

Y también le creo a la Madre,

quien desde Nazareth viene gestando un “sí” genuino y liberador:

el de los pobres de Yaveh, el del resto fiel y germinal;

“sí” virgen en el que una Iglesia virgen se entronca

toda vez que se reencuentra con su más fina identidad.

Sigo creyéndole a la madre de Caná de Galilea,

procuradora cotidiana del buen vino en las mesas frágiles e incipientes;

a la madre fuerte de Jerusalén,

despojada ella misma de todo querer ajeno al del Cordero inmolado;

y le creo a la madre fecunda del Cenáculo,

tierra nueva y cielo nuevo para una Iglesia del Espíritu,

que es fuego y brisa entre los hombres.

Creo que Jesús murió y descendió a lo más hondo de la condición humana.

Al infierno de la mentira instalada como sistema;

al lodo de la marginalidad que corroe no sólo la conciencia del amor gratuito

sino también la dignidad;

y creo que sigue descendiendo

a los deshumanizadores centros de poder que,

en nombre de Dios y de la religión, de la verdad y del progreso,

obturan todo atisbo emergente por diverso o cuestionante.

Pero también –y por sobre todas las cosas- creo que Jesús de Nazareth resucitó y vive.

Para la identidad y la reconciliación de hombres y mujeres sedientos de cielo;

para la paz y la justicia de niños y jóvenes, devueltos a sus sueños y esperas;

porque una raza humana liberada resurja cada mañana de sus rencores

y sobreviva a sus desmemorias.

Resucitó y vive para que la Comunidad de discípulos

abra definitivamente las puertas del lugar donde estuvieron reunidos

por temor y años

y diga lo suyo con la sola fuerza de la palabra y del testimonio;

para que sus puertas dejen de ser barreras

y se reconstituyan en excusas para la inclusión;

para que desaparezca toda forma de dominio de un discípulo sobre otro,

en nombre de prerrogativas distintas de la bautismal.

Resucitó y vive para que todo hombre y toda mujer descubran

la razón de su existir y no tengan necesidad de esconder nunca más

su rostro avergonzado por el pecado o el fracaso, por el error o la perplejidad.

Creo que resucitó y vive para que nunca más

una minoría dirigencial ignorante del hambre

determine quién come, qué se come, cuándo y en qué cantidad;

para que nunca más una selecta minoría religiosa

domine las conciencias y las mutile,

haciendo difícil el encuentro con el Padre de la misericordia;

para que nunca más pequeños grupos violentos

contagien su propio temor a la vida.

Creo que resucitó y vive para que podamos soñar con una tierra de hermanos,

donde la madre naturaleza deje de tomarse revanchas

y nos amenace la vida;

donde a cada familia le corresponda un hogar

y a cada niño un padre y una madre;

donde el enfermo tenga médico y el médico tenga medicina;

donde el que no sabe tenga maestro y el maestro, memoria.

Donde el que busca la verdad simplemente la encuentre y haga de ella una bandera.

Creo en el Espíritu Santo, Señor y Vivificador.

Que tiene la tonada y la cadencia de la comunidad reunida por el Resucitado.

Que no se deja encadenar a títulos y jerarquías.

Que sigue ungiendo con su perfume a todos aquellos

que reciben la Buena Noticia del Señor Jesús

y no les permite el anonadamiento de su fe y de sus luchas.

Creo que la Iglesia una y santa subsiste en esta comunidad católica

hasta que todos las mujeres y todos los hombres

sean invitados a formar parte del único rebaño,

bajo el cayado del Único y Buen Pastor.

Creo que esta Iglesia pide perdón y es perdonada cada noche

por haberse olvidado del Cristo pobre y débil

adormecida en el dinero y el narcisismo;

por haberse olvidado que ella es Comunión de todos y no élite de puritanos;

que es mesa de pecadores y no banquete de satisfechos.

Y creo que esta Iglesia canta cada mañana

la verdad joven de quien la rejuvenece y transfigura;

que sigue siendo arcilla en manos de su Único Alfarero;

vasija que da a luz al único Tesoro

que capacita para hacer de toda mujer y de todo hombre que viene a este mundo

lo que el Padre siempre soñó para ellos: Jesucristo.

A él sea siempre la gloria y el honor,

el poder y la alabanza por los siglos eternamente. Amén.

Un Consejo Pastoral

El servicio que la comunidad nos confía es, fundamentalmente,
una tarea de escucha, de oración y de testimonio.
En nuestra vida se transparenta la manera de elegir que tiene el Señor
que se hunde en el misterio del amor gratuito.
Jamás llama en virtud de los méritos personales, sino simplemente porque él quiere.
Por eso, la metodología de trabajo debe ayudarnos a los hermanos
a tomar conciencia de la gratuidad del amor del Señor,
de la fraternidad como respuesta a la gracia.

Y, sobre todo, nos debe ayudar a no callar
“lo que hemos visto y oído acerca de la Palabra de Vida” (cfr 1Jn 1,1).


Atentos a la voz del Padre

El discernimiento de su proyecto no es un acto aislado ni mucho menos individual. Es siempre un camino eclesial, comunitario y personalizador.
Y el Padre Dios nos habla de múltiples formas. En primer lugar y, esencialmente, desde la Palabra de su Hijo Jesús. Eso significa no sólo tener la Biblia a mano, sino también dejarnos empapar por la luz del Espíritu de Dios que nos ayuda a interpretar nuestras vidas al calor de esa Palabra.
La Palabra del Hijo también se hace oir en la voz de nuestros Pastores que nos invitan a tomar conciencia de lo que está sucediendo a nuestro alrededor y a consensuar caminos pastorales comunes que respondan a esa realidad.
Nos habla el Señor, precisamente, desde la realidad que nos reclama según un lenguaje cultural concreto. Es una invitación a leer en comunidad los signos de la presencia del Resucitado en la vida de nuestro pueblo: su anhelo de solidaridad y de justicia, la cooperación espontánea entre los pobres y la búsqueda de respuestas a los desafíos que aplastan la dignidad humana.


Atentos a la voz de la comunidad

Si donde dos o tres estén reunidos, allí está el Señor presente, actuando, creando fraternidad, conduciendo.
La manera concreta y simple de experimentarlo es dialogando.
Allí, en el diálogo, la comunidad cristiana se convierte en testimonio de posibilidades nuevas: de frente a los golpes que la exclusión social hace sentir en los hermanos, la comunidad incluye; de frente a las diferencias sociales tan acentuadas la comunidad nos hace iguales, hermanos; de frente a la herida que deja la opresión de los poderosos, la comunidad proclama el servicio solidario como alternativa.

Y no se trata sólo de compartir ideas. También -fundamentalmente- hay que compartir el paso de Dios por la propia vida.


Atentos a los desafíos sociales

Que son muchos y variados. El Señor no nos llama para autocomplacernos en la comunión. La comunión fraterna es requisito indispensable para la misión: “Lo que hemos oido... visto... y tocado es lo que les anunciamos... para que nuestra alegría sea competa” (cfr 1Jn 1,1-4).
En comunidad se organiza la misión, la tarea. No se trata de hacer cosas buenas por el solo hecho de que son buenas. Se trata de llevar a cabo el proyecto de vida que Dios tiene para su pueblo.

La justicia, la solidaridad, la paz, la cooperación social, la dignidad humana, la lucha por la vida... No son sólo deseos abstractos. Es la utopía del evangelio que se hace cultura y liberación. En comunidad siempre. No somos francotiradores del evangelio. El Señor jamás envió solo a nadie a anunciar la Buena Noticia. Siempre se parte de una comunidad para volver a ella.


El Pregón Pascual

Alégrese (chamamé)

Alégrese en el cielo
el coro de los ángeles,

que salten, canten, bailen

porque esta noche van a ver

una victoria grande

que van a tener que contar

cuando la acordeona ‘el cielo

comience a resonar.



Que goce también la tierra inundada de tanta luz

que brille con el resplandor
de nuestro rey Jesús
porque esta noche la oscuridad
del mundo entero
hay que alumbrar.


Alégrese también
nuestra santa madre la Iglesia
y que se ponga linda
porque esta noche va a brillar
y que hasta las paredes
de este templo del Señor
se escuchen junto a las voces
de todo el Pueblo de Dios.


Esta es la noche (chacarera)

Esta es la noche que de Egipto
sacaste a los hijos de Israel
y los llevaste a su tierra
cruzando el mar Rojo de a pie.

Esta es la noche en que el mal
con el pecado se esfumó,
con el resplandor del fuego
la tiniebla se disipó.

Esta es la noche en que a todos
los que creen en Cristo
esparcidos por el mundo entero
los llama el Señor.

Liberados de los vicios
y de las tinieblas del error
hoy nos vuelve a la gracia
y nos une a todos los santos.

Esta es la noche en que Cristo
rompió los lazos de la muerte
y de la tumba vacía
saló airoso nuestro rey.

Pa’ qué nos habría servido
haber nacido alguna vez
si no hubiese redimido
Cristo el corazón doblez.

De en serio fue necesario
aquel pecado de Adán
que fue limpiado por Cristo
al sufrir, morir y resucitar.

¡Qué grande es la bondad
que nos ha tenido el Tata Dios!
Pa’ rescatar al esclavo
entregó a su Hijo por amor.


¡Feliz culpa! (vidala)

Feliz la culpa

que nos mereció

tan noble y tan gran Redentor.


La santidad de esta noche (vidala)

Por eso la santidad de esta noche
aleja toda maldad, las culpas va a lavar.
Devuelve la inocencia a los caídos
y la alegría a los afligidos.

Disipa los odios, trae la concordia,
rompe toda soberbia y nos da la paz.


Noche feliz
(carnavalito)

Sabemos ya que esta vela encendida por las brasas
anuncia la gloria de Dios y aunque ella siempre da luz
no tiene menos claridad.

Porque ella quema la cera que se derrite al alumbrar
y con su mano natural la madre abeja en el panal
hizo crecer esta antorcha.

Noche feliz en la que el cielo
a la tierra se unió,
lo divino con lo humano
se dan la mano para cantar.

Por eso te pedimos Dios que esta vela consagrada a vos
pa’ destruir esta oscuridad arda pa’ siempre en tu altar
y se asocie con el Astro celestial.

Y que el Lucero matinal la encuentre ardiendo al aclarar
aquel Lucero sin igual, que murió y resucitó
pa’ nunca más volverse a apagar.

Jesucristo, el Señor
sereno relució
Pa’ toda la humanidad

viviendo y reinando siempre. Amén.

Agenda

23 de junio a las 18:
Celebración de la Confirmación en la Capilla San José.

23 de junio a las 21:
Consejo Pastoral en San Ignacio.


30 de junio a las 16:
Misa para los ancianos y enfermos. No hay celebración a las 18.


4 de julio a las 20:
Encuentro zonal de Consejos Pastorales - Parroquia San Roque (Villa Corina).


Horarios

secretaría parroquial
martes a viernes de 10 a 12 y de 17 a 20
(0054 351) 451-5175
sanignaciodeloyola@uolsinectis.com.ar

Grupo de Oración
miércoles a las 20

Ministros de la Comunión
Primer martes a las 19:30

Grupo Scout "Cutaquelén"
Sábados de 15 a 18

Monaguillos - Martas y Marías
Sábados de 10 a 12

A.A.
Miércoles y Domingos de 20 a 22



Nueva Evangelización y Catequesis

Objetivos

Si bien el objetivo es doble, dado que estamos hablando de catequesis y de nueva evangelización, en ambos casos compartimos un punto en común: la presencia cercana, amorosa, misericordiosa del Señor Jesús en esta comunidad. Por eso, el objetivo principal será el de la inserción real de los hermanos en la vida de la comunidad cristiana.

Estructura General

La experiencia de la fe está programada para tres etapas independientes. Las dos primeras comienzan con la Pascua y finalizan con la Navidad. La tercera es coincidente con el tiempo de Cuaresma.

Cada etapa está dividida en módulos.

La duración de los módulos estará determinada por los objetivos parciales y el contenido catequístico.

Cada módulo está compuesto por celebraciones, encuentros catequísticos, servicios sociales, jornadas de oración, juegos, esparcimiento comunitario.

Las etapas

Cada etapa es independiente una de la otra. Sus contenidos están guiados -como diremos más adelante- por el itinerario bíblico, siguiendo el ciclo de tres años. Cada año el contenido es único y todos los que hacen parte de la pastoral de nueva evangelización comparten los mismos contenidos, sin importar si están haciendo la primera etapa o la segunda.

En el transcurso de cada etapa los sacramentos se celebran progresivamente, siempre de acuerdo con la propuesta bíblica. La iniciación a la reconciliación sacramental no tiene fecha predeterminada, sino que va de la mano del camino evangélico.

La tercer etapa, que es coincidente con el tiempo de Cuaresma -y que centra su atención en la vida bautismal-, fundamentalmente está orientada a la inserción del catecúmeno en la vida celebrativa de la comunidad. Los “encuentros” son las mismas celebraciones dominicales y tiene su momento central en la Pascua, a la que inmediatamente sigue la eucaristía de primera comunión. Luego cada uno puede continuar el itinerario que comienza nuevamente, de manera que quede satisfecha la necesidad de acompañar el crecimiento de quienes han realizado ya su primera comunión.

Módulos

El primer módulo dura lo que el tiempo pascual. El segundo corresponde al período que va de Pentecostés hasta el inicio del Adviento. Y el tercer módulo está referido al tiempo de Adviento.

Primer módulo: correspondiente al tiempo litúrgico de la Pascua. Tiene por principal objetivo el anuncio festivo y la experiencia gozosa en comunidad del Cristo resucitado. La celebración semanal estará en el centro de la experiencia. Por lo tanto, la finalidad de esta primera etapa no es tanto la transmisión de contenidos, sino más bien la celebración festiva de la fe en el Cristo Jesús Vivo en medio de nosotros. Este primer módulo finaliza con la Vigilia de Pentecostés.

Segundo módulo: luego de la primer experiencia, más celebrativa, la segunda etapa está determinada por la metodología del “taller”, donde a partir de la proclamación de la Palabra de Dios iluminamos nuestras vidas. Este segundo módulo se subdivide a su vez en varios submódulos. Todos ellos contienen: taller de fe, jornada de oración, servicio social, celebración.

Tercer módulo: la metodología de esta tercer parte es particularmente misionera. En el centro de la experiencia está la revelación de la humanidad redentora del Señor Jesús y su solidaridad con el hombre, particularmente el hombre pobre. Por eso, al finalizar el año y cercana ya la Navidad, la propuesta es el anuncio de la presencia real de Dios en nuestro barrio, en nuestras casas, en nuestras familias.

Un taller bíblico

El taller bíblico de niños:

un acontecimiento “kerigmático”

Primera etapa

El kerigma en mi vida

1- Mirar al Señor que me está mirando. No estoy ahora delante de una obra literaria, sino junto a él, que tiene palabras de Vida. Todo este proceso es un diálogo con el Señor Jesús, que está conmigo.

2- Partir de la Palabra, así tal cual la he recibido. La leo serenamente, sin “buscarle el pelo al huevo”. Aclaro las palabras que no se comprenden. La saboreo.

3- Pensar. ¿Qué dice esta palabra que viene del Señor? Intento descubrir el mensaje universal, sin llevarlo necesariamente a mi propia vida de entrada. Digo lo que “me parece” que dice, aún cuando no pueda explicitarlo correctamente. Me dejo guiar por el Espíritu que dialoga en mi interior.

4- Sentir con el Señor. ¿Qué “me” dice? Intento formularlo en pocas palabras. O traigo la situación de vida que creo que está iluminando. Tal vez no sea un “mensaje” propiamente el que me comparte el texto, sino más bien un sentimiento interior (paz, sabiduría, quietud, plenitud, alegría, fortaleza, impaciencia, remordimiento, rabia, etc,).

Segunda etapa

El kerigma en nuestra comunidad

1- Escuchar. ¿Qué te dijo el Señor? Tranquilamente compartimos nuestra oración personal. Todos oímos sin cuestionar. Podemos preguntar si no hemos entendido lo que el otro dijo. Es importante poder descubrir el paso del Señor por la vida del hermano que está hablando. Es más importante la resonancia interior –la del hermano y la mía- que la idea.

2- Contemplar. “A mí me parece que el Espíritu Santo nos está diciendo..., nos está animando a... nos está corrigiendo en... nos quiere empujar a... etc”. Ya no es lo que a uno le parece, sino lo que en común estamos sintiendo, después que todos se expresaron. Intentamos formularlo en unas palabras sencillas, claras. En una expresión kerigmática. Y la disfrutamos cantando o simplemente dejando fluir las emociones interiores.

Tercera etapa

El kerigma para los hermanos

1- Ofrecer esa formulación kerigmática a la que hemos llegado y que nació de nuestro encuentro con el Señor. Presentarla como el leimotiv o eje transversal del encuentro. Más que una idea ofrezco una “contemplación”: contenido salvador, resonancia interior, invitación al seguimiento.

2- Escuchar. ¿Qué les parece esto? ¿Qué significan esas palabras? Dejar que todos hablen, que pregunten, que sugieran, que se rían, que relacionen, etc.

3- Sentir con el Señor. ¿Y a cada uno de nosotros nos está diciendo algo? ¿Qué? Lo llevamos a la propia vida. Tal vez a alguna situación personal, grupal o familiar, algún hecho de carácter público y que está a flor de piel. Le abrimos el espacio a la “corporeidad” (dibujar, cantar, representar, recortar, etc).

4- Pensar. ¿Qué podemos hacer entonces? Algo concreto, puntual, alcanzable esta semana, este mes.

5- Llegar a la Palabra. Introducimos la Biblia: siempre con fiesta, música y adornos. Leemos la palabra desde la cual partimos. Y, finalmente, miramos al Señor y le ofrecemos nuestra oración, alabanza, etc.

Matrimonio

Todas las parejas que deseen celebrar su matrimonio en nuestra comunidad pueden acercarse en el horario de la secretaría para reservar con anticipación el día y el horario más apropiado.
Es necesario realizar con tiempo una serie de formalidades muy simples, a saber:
  • Pedir en la parroquia donde los novios han sido bautizados un nuevo certificado de bautismo.
  • Completar con sus datos el "Expediente Matrimonial".
  • Elegir dos testigos de información (amigos o conocidos que atestigüen que el matrimonio puede realizarse sin inconvenientes).
  • Concretar -junto con los testigos- una entrevista con el padre que celebrará con los novios el matrimonio.
  • Participar de un taller previo, donde se tendrá la posibilidad de compartir con otras parejas las propias experiencias de vida de cara al futuro.

Bautismos

En San Ignacio, los bautismos se celebran el 2º sábado de cada mes, a las 10:30 de la mañana. Es necesario reservar la fecha en la secretaría parroquia al menos con un mes de anticipación.
El viernes de la semana anterior, a las 20, compartimos en la comunidad un encuentro de preparación con los padres y los padrinos.
Y en la capilla de Malvinas Argentinas, los bautismos se realizan el 3º sábado, a las 16. El encuentro previo es el lunes de la semana anterior, a las 20.

Eucaristía

  • En San Ignacio, de martes a sábado, a las 18 hs. Y los domingos a las 19:30.
  • En Santa Rita, los sábados a las 19:30 y los domingos a las 8:30. Todos los 22 a las 18.
  • En San José, los sábados a las 18.
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Hubo fiesta en Zepa



¡50 AÑOS!


Querida Señora:

Se sorprenderá de mi carta. O al menos, eso espero. Es mi deseo más sostenido: sorprenderla. O, tal vez, lo que me gustaría es seguir siendo una sorpresa en su vida. Y que usted lo sea en la mía.

Bueno, pero ahora que puse esto en el papel, tengo miedo de no alcanzar mi cometido. Y, en vez de sorprenderla, simplemente asustarla o incomodarla con mis impertinencias.

Mucha introducción, ¿no? No tenga miedo. Todo lo que quiero ofrecerle es un poco de la esperanza que hay en mi terruño interior. En realidad, esto de compartir la interioridad lo aprendí de usted. Yo no sé si llega a darse cuenta de que su corazón está entreabierto. Y perdóneme si soy medio pedregoso al hablar; digo “entreabierto” porque me parece que es algo así como una fruta madura que aún no se la puede cosechar. Y a mí no me gustaría ser como esa zorra -¿se acuerda de la historia?- que determinó que lo frutos estaban verdes cuando en realidad estaban altos para su salto. He conocido muchas zorras que abandonaron el salto por no sentirse a la altura de la fruta. Me gustaría que no fuese mi caso.

Pero le tengo que decir, sin disimulos, que tampoco es el suyo. Usted no es ninguna zorra, porque nunca dejó de saltar alto. Y, a fuerza de mordiscos, viene probando fruta buena. Aunque a veces lo bueno madure más bien alto. Siempre es así: toma color primero la que está más en la copa y recibe primero el sol. Y usted es un poco así también: madura por sectores. Y hay que saber mirar un frutal para darse cuenta si ya es tiempo de cosecha. Son muchas las veces que nuestra altura, más bien chata, nos permite observar sólo la frutita que está a la medida de nuestros ojos. Eso para no decir que siempre estamos como tentados de creer que lo único que existe es lo que vemos. Y lo que no alcanzamos a ver… decae en consistencia.

A mí también, querida Señora, me pasa a menudo que mi altura me vuelve un poco ciego. Y al tener al alcance de la vista -¡y de las manos!- mucha fruta verde, me alejo de tanta maleza retrucándole por lo bajo su incapacidad de madurar.

Y no maduramos parejo.

Hay que animarse a saltar alto –como no se animó la zorra del cuento- para disfrutar lo dulce y sabroso de una fruta a punto. Y le confieso que, quienes la conocemos a usted, no nos desanimamos tan fácilmente… con tal de disfrutar sus sabores altos. Los que no están tan a la mano.

Sí, ya sé lo que está pensando: que la zorra es mala y comenta. Me enteré que a usted le duele un poco que se ande diciendo por ahí que todavía está verde, que no termina nunca de madurar, que no vale la pena ni siquiera saltar para ver si hay algo gustoso más allá del velo de sus hojas. No se haga drama: así son las zorras. Tan incapaces para mirar alto que critican todo lo que no pueden ver. Es fácil darse cuenta que una zorra anduvo hablando: no puede aceptar que haya frutos maduros, simplemente porque ella no los alcanza. Cualquier madurez la denuncia. Y no soporta ser puesta en evidencia por quien se dedicó a crecer.

Póngase contenta, mi Señora amiga: si hay zorras rastreras es signo que hay frutos para la cosecha. Así que no les tenga miedo. Dé gracias a Dios que existen: así, usted se da por enterada de sus propias bondades.

Si le sirve saberlo, son muchos los que la comprenden y la quieren. Andar por la vida con los oídos abiertos nos da la posibilidad de escuchar. Y le digo que escuché mucho acerca de usted. No viene al caso contarle los detalles. Me parece que usted los conoce, y bien. Pero hay algo que no me quiero guardar y creo que le va a hacer bien saberlo. Es simple, pero hondamente grato.

Ya son multitud los que esperan mucho de usted. Le digo más: son más bien pobres, en general un poco dejados de lado o mal juzgados. No tienen una gran trayectoria ni apellido. En el común de los casos, más bien todo lo contrario. Cargan con historias un poco dolorosas y otro poco equivocadas; esperan mucho de usted y a la vez –me estoy sincerando- no esperan nada. Le digo más: usted casi casi que no se va a enterar si se han sentido un poco defraudados o no tenidos en cuenta. Mire, se lo explico un poco mejor porque me estoy embarrando sin proponérmelo. Son muchos los que a lo largo de su vida fueron lisa y llanamente usados o defraudados. Ellos creyeron en promesas que prometían –valga la redundancia- un estilo de vida mejor “para todos”. Pero los prometedores, todos por igual, fueron desapareciendo uno a uno. Y los creyentes en sus promesas se dieron cuenta -¡otra vez!- que lo único que tenían delante eran personas y grupos que en realidad los necesitaban a ellos para hacer su propia carrera. A esos defraudados de siempre me refiero yo. Ya no reclaman nada. Y eso puede ser un problema. No sé si no reclaman porque no esperan nada de nadie o porque sienten que su reclamo es poco valioso y no merece ser ni siquiera dicho. No sabría decirle con claridad…

Y eso es un arma de doble filo: medio que nos convencemos de que siempre hacemos las cosas bien porque nadie nos dice nada.

En realidad, sí lo están diciendo, pero sin palabras. Simplemente ausentándose de su mirada, querida Señora. Y créame que nosotros somos un poquito analfabetos de ese modo de comunicar.

Pero también hay otros que preguntan mucho por usted. O, a decir verdad, preguntan por un tipo de frutos que no encuentran en usted. Y no lo están encontrando en nadie. Es la gente que perdió de vista el horizonte en su vida y ya nada la satisface. Sienten que hay una gran diversidad de propuestas, pero ninguna nutritiva. Yo sé que es complicado todo esto, pero ni usted misma se da cuenta de lo que es capaz de generar.

Sépalo: usted no carga con todos los frutos ni con todos los sabores. Pero, permítame recordarle algo que usted antes sabía. Entre sus hojas, a veces verdes, a veces amarillentas, siempre se puede encontrar un Fruto que nadie más lo puede ofrecer. Es paradójico, pero de ese Fruto nació usted. Y es el que la ama. ¡Hábleles de él! Aunque usted crea que a nadie le interesa saber sobre el amor que usted le tiene, hábleles de él. Si no es usted, ¿quién lo va a hacer? De tanto escuchar que ese Fruto estaba en extinción, terminamos por descreer de nosotros mismos y de nuestra capacidad de engendrarlo. ¡Háblenos de él! Se lo pido en nombre de los pobres. También en nombre de los “sin horizonte”.

Ya me empiezo a despedir. Como ve, tenía muchas cosas para decirle. Y en realidad, tengo muchas más, pero éstas son las importantes. Y se las digo porque la quiero.

Ah, ya me olvidaba. Me enteré que este año que pasó estuvo cumpliendo 50 añitos. Me llegaron algunas fotos y se la ve espléndida. ¡Feliz cumpleaños! ¡Por 50 más!

Que Dios me la bendiga mucho.