Es el desafío sencillo y a la vez hondo: dar cauce en nuestro interior a la verdad y al amor.
Tal vez en forma de debate o de simples pensamientos, lo grande está en compartir la fe y nuestra manera particular de vivirla y compartirla.
En un espacio de libertad y de respeto.
En un marco de crecimiento y de cercanía con quienes ven la misma verdad con otro prisma.
Es sólo cuestión de animarse.